22-09-05

El camino sin fin

Nos embarcamos en una aventura que no sabríamos si tendría un buen final, o si es que tenía realmente un fin.

No pensamos en eso precisamente cuando partimos en nuestro viaje. Eramos cinco en el auto. El aire dieciochero nos animaba más que nunca. Era el oasis en el medio del desierto, agobiadas por preocupaciones, pruebas, trabajos. Este viaje era la ocasión perfecta para escapar de todo ello y desconectarse por un par de días.

Tomamos la autopista de sol. Hacía calor, teníamos las ventanas abajo y el viento desordenaba nuestros pelos. Música para acompañar el viaje, no teníamos mucha, asi que nos salvaron unos añejos cassettes grabados de la radio. (A lo más ochentas). Entre lo que escuchamos: Backstreet Boys en vivo, grabado de "radio Carolina" y con la voz en off de un pato cuevas época carolina- . Sufrimos con la chillona voz de Laura Pausini! (tortura). Lo mejor fue escuchar a Faiki, un grupo medio punk al estilo de Green Day. Es como la parte "buena" de cualquier película de terror o de suspenso.

Cuando salimos de la autopista del Sol, comenzamos un camino que parecía más un desolador destino que algo satisfactorio de usar. Era imposible, era un constante stress. No habían señalíticas, no se sabía cual era el rumbo que estabamos tomando. No sabíamos a donde nos llevaba el camino. Sólo intuiamos que llegaríamos a destino pronto.

Nuestro primer gran obstáculo fue un disco PARE. Por estar preoucpadas de un camión que venía doblando y no chocarlo, no nos fijamos en la señal de tránsito. Más encima, unos bomberos estaban haciendo colecta en el punto conflictivo. Por avaras y poco solidarias, no paramos. Así nos hubieramos ahorrado un mal rato, un parte, y tendríamos el espíritu tranquilo por haber colaborado con una buena causa. En fin... continuamos nuestro camino.

El sol ya se había ido. Comenzó a hacer frío. Se nublo y se oscureció. El camino se volvió más tortuoso. No había luz, era estrecho. Con suerte alcanzamos los 80 km/hora, la velocidad constante era de 40 km/hr. Los camiones eran los causantes de los tacos y que varios vehículos se afilaran uno tras de otro, sin poder adelantar y asemejar a un extraña y curiosa locomotora. Eso sí, sin alcanzar velocidades como la de ellas. Eso en sueño. Ibamos a la vuelta de la rueda.

Cuando se lograba pasar al camión, era un aliento de animo porque significaba que estaríamos cada vez más cerca de nuestro destino. Sin embargo, otro obstáculo apareció. Una intensa neblina nos obligó a mantener los 40 km/hr, inclusive menos. No se veía absolutamente nada. El camino no estaba señalizado con luces como en las grandes autopistas. Las curvas y pendientes eran pronunciadas, no se podía hacer una mala maniobra en esas condiciones.
Un ambiente tétrico y lúgubre envolvió el escenario. El bosque de pinos hacía más oscura la carretera. Los fantasmas asemejaba a la neblina que chocaban con el auto. Del bosque aparecían gnmos y enanos que parecían conejos. Cualquiera de ellos podían hacer parar el auto y llevarnos a la inmensidad del bosque para nunca más aparecer.

Si sucedía cosa aquella, tendríamos que sobrevivir de alguna forma. Empezamos a planear a quien de todas nosotras nos comeríamos primero. En un acto puramente canabalistícto de supervivencia. Para mi sorpresa fui yo la elegida. Por la sencilla razón de que yo era la más pequeña de todas y que me comerían de una sola vez.

Ssumando la precensia de fantasmas, gnomos, enanos y quien sabe qué otra cosa más, había luna llena, y si uno la miraba era tal cual como la pintan en las historias y películas de terror. ¿Estábamos viviendo nuestra propia historia de terror?

No había cartel alguno que nos indicara que habíamos llegado a un pueblo o que no s quedaba poco. De repente vimos uno: "Su destino a 46 km". Pasaron 5 minutos y volvió aparecer otro cartel: "Su destino a 45km". Era imposible, como en cinco minutos habíamos recorrido sólo un kilómetro. sospechoso. "algo" no quería que llegaramos.

La neblina continuaba y las curvas también. A lo lejos vimos luces. Era un pueblo!! Podía ser el nuestro, después de casi 5 horas de viaje. desaparecieron. Volvimos a la neblina, la oscuridad y las curvas y animales muertos en el medio del camino.

Las luces aún no se veían. Era nuestro camino sin fin.

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