18-03-06

DEFINITIVAMENTE OASIS

En los útlimos días me he encontrado con gente que no veía hace bastante tiempo. Época de colegio, la mayoría. Ante mi sorpresa, lo primero que me decían después del cordial saludo era "Me acordé mucho de tí, por Oasis, obvio que fuiste".
Es gracioso que te recuerden por una determina razón, la mía es definitivamente Oasis. ESTOY MARCADA POR LOS INGLESES ...



ahora una revisión de lo que fue el ... 12/03/06

Ocho años tuvieron que pasar para ver nuevamente a Oasis en vivo y en tierras chilenas.
Eran demasiadas las ganas y ansias acumuladas, que se tradujo en una noche de rock deslenguado al más puro estilo Gallagher. Por que sí, el corazón de Oasis reside en los hermanos Noel y Liam, y en su actitud ya conocida por todos: arrogante e indiferente.

No necesitan grandes escenarios, despliegues espectaculares, ni discursos para dejar contenta a la audiencia. Oasis vale por sí mismo, y lo que importa es su actitud y el peso de sus canciones. Así por lo menos, lo demostraron en el show que hicieron el pasado 12 de marzo en el Velódromo del Estadio Nacional.


Fue una noche memorable para los seguidores de Oasis, y quizás un poco decepcionante para quienes sólo iban por los hits El grupo se concentró en mostrar lo que es su sexto álbum, Don’t Believe The Truth y dejar afuera canciones como Stand By Me o Supersonic. Hay que decirlo, se echó de menos ese gran temón. Sin embargo, en esta oportunidad nos encontramos con un Oasis fortificado, más maduro y completo. Este show supera en creces a lo que fue su debut en Chile en 1998, cuando promocionaban el disco “Be Here Now”. Primero, porque ahora llegaron con grandes músicos. El bajista Andy Bell (ex Ride), el guitarrista Gem Archer (ex Hurricane) y nada menos que el hijo del beatle Ringo Starr, Zack Starkey, en la batería. Una formación perfecta. Liam a pesar de su desgastada voz, cantó bien esta vez, y de Noel nada que decir, nos sorprendió con emocionantes interpretaciones en sus solos, como lo fue con The Masterplan. Si alguien no se emocionó, mientras Noel Gallagher cantaba esta canción – himno, (un excelente lado B del single Wonderwall) se perdió la esencia misma del concierto de los ingleses en Chile. Ese fue uno de los momentos peak de la jornada.


Lo otro, es que venían con un álbum bajo el brazo con excelente composiciones, incluso, ellos mismos, han considerado el DBTT como el mejor material desde el debutante Definitely Maybe. Además, es primera vez que la autoría de todos los temas se repartió entre los cuatro integrantes del grupo, dándole así un giro al esquema de trabajo que siempre ha caracterizado a Oasis: Noel como cerebro de la banda, compone y los demás interpretan.

Respetando la puntualidad inglesa, justo a las nueve de la noche empezó el rock and roll en el Velódromo. Los acordes de ‘Fuckin’ in The Bushes’, daba la señal que los chicos de Oasis en segundos estarían arriba del escenario. Entraron. ‘Turn up the Sun’ arranca y las casi doce mil personas presentes dejan estallar el centro deportivo. Comienza la fiesta. Desde ese momento, la adrenalina se apodera del lugar, dando paso a “Lyla”, el primer single del nuevo álbum. “Heeeey Lyla!” coreaban todos junto a Liam. Luego de eso, tres temones del pasado inundaron el lugar. ‘Bring it On Down’, ‘Morning Glory’ y ‘Cigarrettes & Alcohol’. Guitarras poderosas y estridentes, le dieron una potencia al show con la cual se contagió todo el público. Los fans más incondicionales de Oasis de seguro se preguntaban ¿es verdad lo que estoy viendo? Y era sólo el comienzo...

Luego de dejar encendida a la audiencia, a pesar de los problemas de sonido y acople que tuvieron las primeras canciones (a la mitad del show se solucionaron), Liam sale del escenario para dejar a su hermano al frente. Inmediatamente el “Noooel, noooel“ se deja sentir. Los acordes de ‘The importance of being Idle’ se escuchan, luego de eso la fantástica y perfecta versión de ‘The Masterplan’, que fue una de las canciones que más llegó. Ahora el turno de Liam. Como buenos hermanos, los dos deben tener los mismos derechos. Mientras corean su nombre con fuerza, el Gallagher menor está frente la audiencia más la compañía de Gem para hacer una versión casi acústica de ‘Songbird’, la única canción de Heathen Chemestry presente en el espectáculo.

El show en estos momentos estaba más arriba que nunca, y seguiría siéndolo con las sorpresas que venía. Como la increíble ‘Acquiesce’. Un estadillo de rock que se combinó muy bien con ‘Live Forever’. Quizás uno de los mejores temas de Oasis. Un himno ya a esta altura. Posteriormente la versión eléctrica de ‘Wonderwall’ hizo que todo el Velódromo cantara a viva voz la canción entera. Seguirá siendo el clásico incondicional de los británicos. Luego la excelente ‘Champagne Supernova’ y para cerrar la primera parte que mejor que ‘Rock & Roll Star’. Oasis son eso: estrellas de rock and roll. Su impronta es lo que valió esa noche sobre el escenario. Músicos casi estáticos frente a su audiencia. Liam cantando con su típica pose ladeada, sin tocar el micrófono y las manos tras las espaldas. Sólo un par de intervenciones, que casi siempre fueron thanks, y las pocas groserías de Liam. (Esta oportunidad se comportó como un caballero).



De vuelta del Encore. La última parte del show se venía. Cuatro temas para rematar un espectáculo grandioso, que eso sí le faltó volumen. Es mucha la fuerza que entrega Oasis en vivo, y sin buenos equipos de sonido, no se puede degustar un show de tal calidad. ‘Guess God Thinks I’m Abel’, la roquera punky ‘The Meaninf of soul’, la brillante y hermosa ‘Don’t look back in anger’, que una vez más hizo cantar a la audiencia de principio a fin. Y por último el fantástico cover de The Who ‘My Generation’. Qué mejor forma que cerrar un concierto con ese pedazo de canción. Zack se pudo lucir ratificando que él es el batero de The Who, tanto así que le dio pie para echar a bajo parte de la batería al finalizar la canción.

Con este tema se dejó dicho todo. Los chicos ingleses saben rockear y eso es lo único que quieren entregar. Es su estilo, es su sello. Oasis vino a entregarnos lo que mejor saben hacer: su música.

Estoy segura que todos se fueron contentos aquella noche. Si, quedamos con gusto a poco, una hora y media es algo mezquino, pero no se le puede pedir más a Oasis. Hay que agradecerles que vinieran. Sí, una vez ya nos habían esquivado (el 2001 cuando pasaron por Argentina y Brasil), y hasta no haber escuchado la última canción del concierto en Chile, era un hecho que la visita de Oasis era increíble. Cualquier cosa podía pasar. Con suerte, resultó perfectamente. Ellos estuvieron y vibramos con cada acorde que nos entregaron. Ahora podremos dormir tranquilos. Definitivamente Oasis la rompió.

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